Un libro hecho de retazos de añejas demandas de justicia social,
componendas políticas y loables propósitos que no incluyen las garantías
para cumplirlos: así es la Constitución Mexicana a un siglo de su
promulgación en 1917, afirma uno de sus principales estudiosos, el
doctor Elisur Arteaga Nava. Por ese motivo, dice, “los mexicanos comunes
y corrientes no tenemos nada que festejar; en cambio, quienes han
gobernado el país, tanto el PRI como el PAN, sí… Con ella nos han
querido hacer creer que vivimos en un Estado de derecho”.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Una Constitución burlada, utilizada para
mantener el control político, inaplicable en la división de poderes y
sin garantías para hacer realidad los derechos previstos en ella es lo
que uno de los principales constitucionalistas de México, Elisur Arteaga
Nava, dice del documento que desde hace 100 años rige la vida del país.
Considerado como la máxima autoridad en la Constitución mexicana y
autor del Tratado constitucional, publicado en cuatro tomos por la
Universidad de Oxford en 1999, Arteaga Nava asegura que la llamada Carta
Magna se ha convertido en un instrumento de “engaño y sometimiento”,
con grupos de poder como el Ejército y la Iglesia católica o poderes
formales como los de los gobernadores, que actúan por encima de ella.
“La han convertido en una buena máscara para ejercer el poder”, dice
el especialista, que se ha dedicado por más de 60 años al estudio de la
ley fundamental.
También litigante, asevera: “Los mexicanos comunes y corrientes no
tenemos nada que festejar (por el centésimo aniversario de la
Constitución). En cambio, quienes han gobernado el país, tanto el PRI
como el PAN, sí tienen mucho que festejar. Con ella nos han querido
hacer creer que vivimos en un Estado de derecho”.
Sin embargo, se opone a la creación de una nueva: para él basta que
se aplique honestamente para que en buena parte funcione, “eliminando lo
que inexpertos en derecho le han metido”.
Licenciado por la Escuela Libre de Derecho, historiador por la UNAM y
doctor en derecho constitucional por la Universidad Iberoamericana,
Arteaga hace una revisión histórica de los artículos relacionados con
los derechos sociales y de las modificaciones que se la han realizado al
calor de las disputas políticas:
“La Constitución comenzó con un gran engaño. (Venustiano) Carranza
(presidente de México entre 1914 y 1920), como estaba consciente de que
no podía imponer de buenas a primeras un nuevo texto constitucional,
recurrió al expediente de decir: ‘Constitución de 1917 que modifica la
de 1857’.
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