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Publicado por CONSENSO DELICIAS
Ciudad Juárez: Crónica de una protesta anunciada ante visita presidencial
La gira presidencial de Enrique Peña Nieto en Ciudad Juárez sentó un precedente nacional.
Con el fin de evitar más protestas como las que lo han perseguido a raíz de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en el evento hoy de manera inédita se inauguraron virtualmente dos obras públicas.
Mientras activistas y universitarios protestaban frente a las vallas custodiadas por cientos de elementos de la Policía Federal, Enrique Peña Nieto observaba desde una butaca en el nuevo Centro de Esparcimiento Familiar un video con las obras del túnel de la 16 de Septiembre y del distribuidor vial de la avenida Sanders.
Desde las 10:00 horas un reducido grupo de activistas, desafió el vasto operativo policiaco en el punto de revisión localizado en la avenida Tecnológico de Norte a Sur, cerca de la Teófilo Borunda.
Ahí los integrantes de Morena y alumnos de la UACJ intentaron convencer a los elementos de la PF, con sus consignas en las que les llamaban a unirse a las causas del pueblo.
Cuando no lograron conmoverlos, quemaron un muñeco de carton que reproducía la imagen del Presidente. Hicieron lo mismo con una televisión de cartón para criticar la política pública relacionada con el apagón analógico.
“El que no brinque es Peña, el que no brinque es Peña”, gritaban estudiantes mientras eran apoyados por automovilistas que hacian sonoar sus claxones al circular Sur a Norte por la Tecnológico.
La llegada del Presidente al Centro de Esparcimiento Familiar se preveía a la 11:00, el retraso de dos horas provocó que los activistas se trasladaran al Hospital de la Mujer, donde ya eran esperados por la Policía Federal.
El Paseo Triunfo de la República fue cerrado en un extremo, a la altura de la López Mateos y del otro, en la Américas.
Los ánimos se encendieron cuando alrededor de 50 jóvenes intentaron retirar las vallas instaladas frente al banco Santander.
Pese a ser agredidos con pintura de aerosol y piedras, los policías se abstuvieron de golpear a los manifestantes, hasta que lograron arrebatarles las vallas y arrastrarlas hasta la López Mateos ante la mirada de guiadores que esperaban la luz verde del semáforo.
Además de los efectivos de la PF, intervino el Estado Mayor Presidencial para tratar de recuperarlas, sin éxito. Los protectores de fierro quedaron dispersos en la banqueta.
A las 14:30 horas arribó un camión con mas policias federales que reforzó la seguridad, pero sólo sirvió para que los inconformes se acostaran sobre el pavimento helado.
Los dos grupos de protesta estuvieron integrados por jóvenes, ninguno de ellos mayor a los 25 años, sin embargo las frases de sus consignas fueron las mismas, de la vetusta izquierda de los setentas: “El pueblo unido, jamás será vencido” y “la Revolución, la Revolución”, apenas aderezadas por el cantico de moda “¡Peña Nieto, renuncia!”, que retumbó fuerte frente al Hospital de la Mujer.
La cuenta repasando los números del 1 al 43, en memoria de los normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, desató la violencia. Al término de la misma empezaron las agresiones hacia los agentes y el jurgoneo con las vallas, hasta hacerlas a un lado.
Varios policías se vieron obligados a lanzar gases para dispersar a los manifestantes.
Un camión que llegó al lugar, fue grafiteado con las palabras ‘puercos’, ‘Ayotzinapa’ y ‘43’.
La unidad quedó abollada por los golpes propinados con los protectores de fierro, que sirvieron también para bloquear las llantas. Del otro lado, frente al Hotel Fiesta, otro grupo lanzaba consignas e intentaba hacer emular a sus compañeros.
Enfrascados en la refriega, nadie se percató que el Presidente y el gobernador César Duarte entraron por la puerta trasera del nosocomio. Se quedaron esperándolo.
Media hora después, algo frustados, los activistas inconformes decidieron perseguir al Presidente hasta las nuevas oficinas del gobierno estatal, en el ex Pueblito Mexicano, donde familiares de las mujeres desaparecidas de Ciudad Juárez, reclamaban atención de una comitiva.
Ahí, incluso los empresarios notables de Juarez, los llamados ‘dueños del pueblo’, sufrieron las inclemencias del tiempo y del ratardo del Presidente, y compartieron abucheos que le tocaban.
Con el fin de evitar más protestas como las que lo han perseguido a raíz de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en el evento hoy de manera inédita se inauguraron virtualmente dos obras públicas.
Mientras activistas y universitarios protestaban frente a las vallas custodiadas por cientos de elementos de la Policía Federal, Enrique Peña Nieto observaba desde una butaca en el nuevo Centro de Esparcimiento Familiar un video con las obras del túnel de la 16 de Septiembre y del distribuidor vial de la avenida Sanders.
Desde las 10:00 horas un reducido grupo de activistas, desafió el vasto operativo policiaco en el punto de revisión localizado en la avenida Tecnológico de Norte a Sur, cerca de la Teófilo Borunda.
Ahí los integrantes de Morena y alumnos de la UACJ intentaron convencer a los elementos de la PF, con sus consignas en las que les llamaban a unirse a las causas del pueblo.
Cuando no lograron conmoverlos, quemaron un muñeco de carton que reproducía la imagen del Presidente. Hicieron lo mismo con una televisión de cartón para criticar la política pública relacionada con el apagón analógico.
“El que no brinque es Peña, el que no brinque es Peña”, gritaban estudiantes mientras eran apoyados por automovilistas que hacian sonoar sus claxones al circular Sur a Norte por la Tecnológico.
La llegada del Presidente al Centro de Esparcimiento Familiar se preveía a la 11:00, el retraso de dos horas provocó que los activistas se trasladaran al Hospital de la Mujer, donde ya eran esperados por la Policía Federal.
El Paseo Triunfo de la República fue cerrado en un extremo, a la altura de la López Mateos y del otro, en la Américas.
Los ánimos se encendieron cuando alrededor de 50 jóvenes intentaron retirar las vallas instaladas frente al banco Santander.
Pese a ser agredidos con pintura de aerosol y piedras, los policías se abstuvieron de golpear a los manifestantes, hasta que lograron arrebatarles las vallas y arrastrarlas hasta la López Mateos ante la mirada de guiadores que esperaban la luz verde del semáforo.
Además de los efectivos de la PF, intervino el Estado Mayor Presidencial para tratar de recuperarlas, sin éxito. Los protectores de fierro quedaron dispersos en la banqueta.
A las 14:30 horas arribó un camión con mas policias federales que reforzó la seguridad, pero sólo sirvió para que los inconformes se acostaran sobre el pavimento helado.
Los dos grupos de protesta estuvieron integrados por jóvenes, ninguno de ellos mayor a los 25 años, sin embargo las frases de sus consignas fueron las mismas, de la vetusta izquierda de los setentas: “El pueblo unido, jamás será vencido” y “la Revolución, la Revolución”, apenas aderezadas por el cantico de moda “¡Peña Nieto, renuncia!”, que retumbó fuerte frente al Hospital de la Mujer.
La cuenta repasando los números del 1 al 43, en memoria de los normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, desató la violencia. Al término de la misma empezaron las agresiones hacia los agentes y el jurgoneo con las vallas, hasta hacerlas a un lado.
Varios policías se vieron obligados a lanzar gases para dispersar a los manifestantes.
Un camión que llegó al lugar, fue grafiteado con las palabras ‘puercos’, ‘Ayotzinapa’ y ‘43’.
La unidad quedó abollada por los golpes propinados con los protectores de fierro, que sirvieron también para bloquear las llantas. Del otro lado, frente al Hotel Fiesta, otro grupo lanzaba consignas e intentaba hacer emular a sus compañeros.
Enfrascados en la refriega, nadie se percató que el Presidente y el gobernador César Duarte entraron por la puerta trasera del nosocomio. Se quedaron esperándolo.
Media hora después, algo frustados, los activistas inconformes decidieron perseguir al Presidente hasta las nuevas oficinas del gobierno estatal, en el ex Pueblito Mexicano, donde familiares de las mujeres desaparecidas de Ciudad Juárez, reclamaban atención de una comitiva.
Ahí, incluso los empresarios notables de Juarez, los llamados ‘dueños del pueblo’, sufrieron las inclemencias del tiempo y del ratardo del Presidente, y compartieron abucheos que le tocaban.