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Publicado por CONSENSO DELICIAS
El caso Trump y las mordazas
El lunes 23, Donald Trump reinstaló la Mexico City Policy,
justo después de la espectacular Marcha de las Mujeres y de la
celebración número 44 de la decisión de la Suprema Corte de Justicia del
22 de enero de 1973, que asentó que el aborto es una decisión que atañe
a la intimidad de las mujeres.
Instaurada en Estados Unidos por Ronald Reagan, su nombre
viene de que dicha política fue dada a conocer en la Ciudad de México
durante la Conferencia Internacional sobre la Población de las Naciones
Unidas de 1984. La Mexico City Policy se califica como Ley Mordaza, pues
no sólo impide a las organizaciones no gubernamentales recibir
financiamiento de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID)
para proveer servicios de aborto aun en aquellos casos en que el aborto
es legal en sus países, sino también prohíbe ofrecer información al
respecto.
La intensa batalla política que se ha dado en torno al
aborto en Estados Unidos ha convertido a la Mexico City Policy en la
seña de identidad de los republicanos. Luego de Reagan, George Bush
padre la mantuvo; Bill Clinton la anuló en 1993, mientras que en 2001
Bush hijo la reinstituyó, para ser cancelada por Barack Obama en 2009.
Ahora Trump sigue los pasos de sus antecesores republicanos,
con la diferencia de que nunca antes había habido una movilización de
mujeres como la del sábado 21. Gloria Steinem, líder feminista
histórica, lo dijo muy claro: la marcha fue convocada y organizada por
las mujeres, pero los hombres también participaron. Uno de los oradores
principales en Washington fue el cineasta Michael Moore, quién alentó a
canalizar la maravillosa energía que se expresó ese día en acciones
concretas.
De cara a la “tragedia Trump”, como la calificó Moore, el cineasta ofreció una lista de cosas por hacer:
Telefonear diariamente a las oficinas de sus diputados y
senadores para protestar. Hacer de esa llamada parte de la rutina
diaria. Moore dio el número del conmutador del Congreso, hizo que la
multitud lo repitiera varias veces y explicó que, aunque desconocieran
el nombre de su representante, si daban su código postal la operadora
los comunicaría con la oficina correcta. Contó que hacía unos días,
cuando el equipo de Trump intentó eliminar la Oficina de Ética de la
Casa Blanca, la campaña de telefonemas logró que se retirara dicha
iniciativa.
Afiliarse a alguna de las organizaciones que han dado la
batalla (como Planned Parenthood, Amnesty International, Human Rights
Watch, etc.). No basta con apoyarlas; hay que integrase a ellas.
Formar equipos de respuesta rápida. Son equipos de cinco a
10 personas que están conectadas y se conocen, y que son capaces de
moverse rápidamente, vía teléfono o texteando. Estos equipos sirven para
alertar sobre acciones y coordinar movilizaciones.
Obtener la dirección del Partido Demócrata. Hay que sacar a
la vieja guardia y que entren nuevos liderazgos. Se necesitan más
líderes jóvenes, mujeres, gays, lesbianas, trans y de todas las
diversidades.
Establecer regiones de resistencia. Moore explicó que los
cambios se dan en un contexto que los favorece, y puso por ejemplo que
el estado de Nueva York y California habían vuelto legal la interrupción
del embarazo tres años antes de que en 1973 la Suprema Corte resolviera
que las mujeres tenían derecho a controlar sus órganos internos y lo
que ocurre dentro de ellos. Las regiones de resistencia tienen que
mostrarle al país lo que significa una política antidiscriminación, cómo
funciona y qué beneficios tiene.
Deben postularse a cargos públicos. Tienen que superar sus
resistencias, su timidez y ocupar cargos. Contó su experiencia a los 18
años, cuando era un chico tímido y se postuló para estar en el Consejo
de Educación, ¡y lo logró!
Dirigiéndose a Trump, Moore le espetó: “Tú no vas a venir a
mi ciudad a llevarte lejos a mis hermanas y hermanos mexicanos. Yo me
pararé enfrente de ti para impedirlo, sin violencia, pacíficamente”. A
continuación el cineasta relató que hacía unos días, en un mitin en
Nueva York, le preguntó a las más de 30 mil personas asistentes si
serían capaces de bloquear los puentes de salida para que no deportaran a
los indocumentados. Y todos corearon: “¡Sí!” Moore dijo: “Tienen que
ponerse al frente, poniendo el cuerpo, justo lo que hacemos aquí en las
marchas: poner el cuerpo”.
Finalmente, con el riesgo de parecer paranoica, ¿hasta
dónde, con la llegada de Trump y la mayoría republicana en el Congreso,
las políticas neoconservadoras en materia de sexualidad y reproducción
van a permear la política de los países sobre los que Estados Unidos
tiene influencia, como México? ¿Será el aborto un tema de presión en las
negociaciones políticas, tanto binacionales como nacionales?
En ese sentido me resulta ominoso el nombramiento del
empresario conservador Alfonso Romo como coordinador del equipo de
trabajo para formular el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, por su
postura en contra de la despenalización del aborto. Para muestra basta
un botón: hace unos años la periodista Rosaura Barahona escribió sobre
cómo Romo prohibió una conferencia que yo iba a impartir en Monterrey,
en la universidad. Impedir hablar sobre el aborto es asumir el modelo
mordaza. ¿Será que en México vamos a aceptar la mordaza de los
fundamentalistas en relación con los derechos sexuales y reproductivos?